La diva, divina

En la noche, se prepara y sale al derroche, suma mil reproches al observar el escote, finge ser feliz y maquilla su vida con lápiz labial y mascarilla de sapote para ocultar las arrugas del olvido y la ausencia. En la noche.

Recopila los vestidos abandonados en el closet, y va de lugar en lugar buscando la diversión que se olvido la noche anterior, en el local nocturno de la calle los mil amores.

Intenta bailar con los recuerdos y sus pasos son un desastres de melancolía y al sudar se da cuenta que dentro de unos minutos esta apunto de comenzar otro día para olvidarlo al siguiente, que no será diferente por ley de vida.

Al salir del lugar donde por las noches se convierte en diva, la vida le dice. Hoy es un buen día para vivir eternamente en las faldas de la nostalgia que la espera a la vuelta de la esquina melancolía, cruce con calle desamor y avenida desilusión.

Mientras pasa la vida, la diva divina se dedica a correr la carrera que dios le puso cada día, y a su vez se preocupa por seguir ocultando esas arrugas que le informa que el tiempo de ser diva expiro hace aproximadamente cuando le surgió la primera pata de gallina.

Pero como toda mujer, que la vida la convirtió en diva, no se rinde tan fácilmente al dejar el tubo brillante que fue testigo de las noches de excesivo romance entre billetes verdes y borrachos delirante, por pasar una noche de lujuria exorbitante.

Pues la diva divina es feliz jugueteando con caricias de mentiras y besos que son solo trucos para ganarse la vida, la diva divina, pasa los días pensando en que será de ella cuando los años, le den el ultimátum.